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El alcalde de Urazurrutia

Un día de estos al bajar de la universidad, me pasé por el bar El Rancho de Santutxu a tomarme un café. Mientras disfrutaba de mi infusión, saqué mi portátil y entré en este blog para probar si me venía la inspiración y así aprovechar el envite y escribir una nueva entrada. De mientras en el la tele del bar estaba puesto un canal de videos musicales en el que sonaba muy alto una cancion moderna.

– ¿A quien le gusta esto?- decía un pelín indignado un anciano txikitero desde el fondo de la barra.
-¡A este!- dijo el camarero señalándome.
-¡Que no, que no! ¡Que yo soy de los “5 Bilbaínos”!- dije con cierto humor.
-Yo se más bilbainadas que tu, chaval!- dijo el txikitero sacando su instinto fanfarrón que todo bilbaíno lleva dentro.

Total, que el mencionado txikitero, que quiso ser nombrado en este blog como “El alcalde de Urazurrutia”, exteriorizó parte de su sabiduría sietecallera para contarme “susedidos” y curiosidades de nuestra amada villa.

El incidente de Semana Santa

Contaba entre risas el “Alcalde de Urazurrutia” que hallá entre los años 1910 y 1920, los mineros de Gallarta se pusieron en huelga en la época de Semana Santa. En Bilbao, la cofradía que empezaba su procesión en el puente de San Antón y que seguía por toda la ribera terminando en el Teatro Arriaga, coincidió con los mineros que protestaban a favor de sus derechos. El caso es que antes de que la procesión llegase a su destino, los mineros tiraron dos santos a la ría.

(No andaba mal de memoria el “Alcalde de Urazurrutia”, ya que el periódico ABC (Madrid) recoge en la página 13 de su edición del 11/04/1922 que ese mismo día los mineros de Gallarta comenzaban una huelga.)

La romería de Santiago

-¿Cual es el patrón de Bilbao?- preguntaba el txikitero mientras echaba un trago a su zurito ante la atenta mirada de los ahí presentes.- Santiago! De ahí la catedral de Santiago!-decía alegremente el anciano.- Cuando yo era joven, todos los años el dia de Santiago se celebraba en Bilbao. Los txistularis iban a tocar a la hornacina de la calle Urazurrutia donde se encuentra el santo. Mas tarde había romería y en el Nervión ponían cucaña y competición de bateles. Pero claro – aclaraba – eso se hacia antes de la Guerra Civil, y hoy en día se ha perdido la costumbre- concluía el “Alcalde de Urazurrutia” dejando en la barra el vaso vacío que sostenía.

Cuantas historias y costumbres se habrán perdido a lo largo de los años, verdad? Para terminar os dejo aquí una curiosidad que encontré mientras navegaba por Google:

«Bilbao es un pueblo donde se puede vivir con mucha comodidad y gusto, por el extendido comercio que en él se hace, por su clima, por sus frutos, por el agrado de sus habitantes, y por la cordura con que están hechas sus leyes civiles y de comercio. Entre ellas hay una contra la ingratitud, a cuyo delito señala castigo» Bowles, Guillermo. Madrid, 1782.